Nuestra historia comienza de la mano de Mª Antonia García Durán, una mujer separada que decidió abrir una pequeña taberna allá por el año 1920. Pero teniendo que alimentar a cinco hijos, la taberna se le quedaba pequeña. Comenzó así arrendando camas a los transeúntes que venían a trabajar a Trujillo.
Aún guardamos el recuerdo de los primeros clientes, Don Andrés Iglesias y el Señor Chueca, dos figuras muy importantes también para nuestra ciudad pues fueron quienes instalaron la primera línea telefónica en Trujillo.
Tras ellos, llego Alejandro Barrera, un constructor igual de conocido y qué finalmente terminó viviendo en la ciudad junto a su familia.
Como ya hemos mencionado Mª Antonia tenía cinco hijos, de los cuales tres eran varones y dos mujeres. Como esto es una historia de mujeres, no podía ser de otra manera que las que heredasen el negocio fuesen las dos hermanas, Magdalena y Emilia (este nombre ya empieza a sonarnos). Ambas hermanas enviudaron muy jóvenes y con una descendencia a la que alimentar, tomaron las riendas del negocio que su madre fundó. Ellas, al igual que su madre, eran unas mujeres visionarias y emprendedoras, por ello, además de ofrecer bebida y alojamiento a los transeúntes decidieron comenzar a dar comidas y bocadillos, aprovechando el paso de la antigua N-V por la puerta de su establecimiento.
Años después de comenzar esta aventura juntas, el primogénito de Magdalena obtuvo un puesto en Renfe, por lo que esta decidió mudarse junto a él y el resto de sus hijos. Emilia tomó el control del negocio en solitario y como el edificio en el que se encontraba pertenecía a ella y sus hermanos decidió comprar sus partes y así poder empezar a ampliar el negocio.
Lo que comenzó siendo una pequeña taberna fue creciendo conforme compraba los edificios colindantes. Realizó varias reformas de acuerdo con lo que demandaban los viajeros. Primero, habitaciones con agua corriente y baño compartido; posteriormente, habitaciones con baño privado. También construyó un restaurante e incluso un salón de bodas.
No obstante, Emilia no quedó conforme y decidió adquirir un terreno a las afueras de Trujillo, también al pie de la N-V, donde construyo un hotel (Hotel Las Cigüeñas).
Emilia tenía dos hijos, Magdalena y José María, tras retirarse del negocio, Magdalena tomó las riendas del Hostal Emilia y José María del Hotel Las Cigüeñas.
Hoy en día, el Hostal lo regenta una de las hijas de Magdalena. Como podéis ver la historia de nuestro hostal, es una historia de mujeres que a pesar de las dificultades lograron mantener su negocio y a sus familias. Hasta el momento cuatro generaciones, ¿habrá una quinta?